Natalia Aruguete, Ernesto Calvo. Hay una polarización "clásica" que ya conocemos bien: la que separa entre quienes adhieren a ciertas ideas y políticas concretas y quienes las rechazan. Pero hay una nueva forma de polarización que es cada vez más influyente y quizá más poderosa: se basa en la intensidad de nuestros apegos y nuestros odios, involucra nuestros afectos más profundos y nos separa visceralmente de aquellos que percibimos en la otra vereda. Con esos, con los otros, no solo disentimos en temas puntuales; sentimos que literalmente vivimos en mundos distintos.