El recuerdo de una fecha triste

El 6 de septiembre de 1930 señala el fin de una época y el comienzo de otra. Tras las repercusiones en nuestra sociedad de la Primera Guerra Mundial, el golpe de estado ocurrido ese día dio por terminado un gobierno legítimo, elegido por el voto popular, y también el tiempo de la Generación del 80, con sus logros y frustraciones. En ese lapso se inscriben, entre otros, la gran corriente inmigratoria de la que somos herederos, su integración a la vida argentina con hijos y nietos, la secularización de cementerios, creación del Registro civil, la ley 1.420 de educación común, la Reforma Universitaria, el crecimiento de la economía aunque con reparto desparejo, la Ley Sáenz Peña, el voto secreto.

A partir de ese momento, la década del 30 se desarrolló en un contexto internacional de depresión económica, fascismo, nazismo, estalinismo y franquismo que desembocó en la Segunda Guerra Mundial y sus trágicas consecuencias. Dos gobiernos surgidos del fraude electoral se instalaron en medio de contradicciones intensas, con preferencias hacia el Eje, que fueron desnaturalizando la esencia de sus predecesores. Más allá de la intensa obra pública de ese tiempo, Argentina se dio hasta un gobernador bonaerense que ostentaba las fotos de Hitler y Mussolini en su despacho oficial.

Como siempre ocurre en tiempos de eclipse político, la Masonería Argentina ingresó en un cono de sombras que incluyó su escisión entre 1935 y 1957 del que pudo comenzar a emerger con fuerza y vigor a fines de 1983 con la restauración de las instituciones democráticas. Desde entonces hasta el presente, nuestra masonería crece hasta alcanzar en la actualidad la misma cantidad de logias que en la década referida y presencia en todas las provincias argentinas, sus capitales y ciudades medianas y pequeñas.

El 6 de setiembre es un día de triste recuerdo. En esta fecha, la Masonería Argentina insta a estudiar y analizar los hechos concretos y sus protagonistas para no recaer en errores y comprender mejor las características intrínsecas de la República, el laicismo, el librepensamiento frente a dogmatismos y fanatismos, la defensa del fuero íntimo, el Ambiente, la igualdad y paridad de géneros, el respeto a todas las razas y todas las etnias, la libertad y la democracia, los consensos y los disensos en un marco armónico, fraterno y de respeto a las mayorías y minorías, tal como se practica en nuestros talleres de ideas.

Gran Maestre