Monteagudo y O’higgins

No solo sus fechas de nacimiento unen a los hermanos masones Bernardo O’Higgins (Chillán, Chile, 20 de agosto de 1778) y Bernardo de Monteagudo (Tucumán, Argentina, 20 de agosto de 1789). Ambos integraron la Logia Lautaro y lucharon por la independencia de sus respectivas naciones.

La Logia Lautaro fue una construcción de la Gran Reunión Americana, inspirada por Francisco de Miranda enLondres hacia 1797 para sustituir la monarquía española por el sistema republicano y establecer gobiernos independientes de bases liberales. Fue O’Higgins quien narró a Miranda las luchas del mapuche Lautaro en laGuerra de Arauco, durante la fase inicial de la conquista española de Chile. en el siglo XVI.

La primera filial de la Logia Lautaro se estableció en Cádiz ( España) en 1811. [] Su primer Venerable Maestro (Presidente) fue José de Gurruchaga.

Emilio J. Corbière destaca que, a su juicio, la masonería llegó al Río de la Plata cuando concluía el siglo XVIII, influida por la masonería española. Cuando San Martín y Alvear, entre otros, desembarcaron en Buenos Aires (1812), existía la Logia Independencia (1795) y una homónima creada en 1810. Su Venerable Maestro, Julián Álvarez, ayudó a la creación de la sede local de la Logia Lautaro.

Las lautarinas fueron logias masónicas operativas que desarrollaban los habituales estudios simbólicos de la Institución y añadían objetivos revolucionarios. Esas logias participaron en los encuentros entre quienes anhelaban la independencia de Chile y Argentina, entre ellos Bernardo O’Higgins, creador de la Logia LautaroChilena, y José de San Martín. El contacto entre ambas logias fue el mariscal José Antonio Alvarez Condarco. La Logia Lautaro de Chile nació en Santiago el 12 de marzo de 1817 , después del triunfo de San Martín en la Batalla de Chacabuco. Posteriormente se fundaron logias lautarinas en Perú, Bolivia y Uruguay.

Tal vez uno de los momentos más relevantes del encuentro entre las logias Lautaro de Argentina y Chile haya sido cuando Monteagudo regresó a Buenos Aires desde Europa, en 1817. Había sido desterrado por el apoyo que brindó a través de su periódico El Independiente al Director Supremo Carlos María de Alvear.

A poco de su arribo, San Martín lo designó Auditor de Guerra del Ejército de los Andes. Con el grado de Teniente Coronel, Bernardo de Monteagudo redactó el Acta de la Independencia de Chile que fue suscripta por su hermano masón Bernardo O’Higgins el 1º de enero de 1818.

La calidad de la pluma de Monteagudo y su intenso sentido revolucionario ya se habían revelado el 25 de mayo de 1809 cuando se contó entre los promotores de la rebelión de Chuquisaca contra la administración del virrey. La proclama que redactó expresaba: “Hasta aquí hemos tolerado esta especie de destierro en el seno mismo de nuestra patria, hemos visto con indiferencia por más de tres siglos inmolada nuestra primitiva libertad al despotismo y tiranía de un usurpador injusto que degradándonos de la especie humana nos ha perpetuado por salvajes y mirados como esclavos. Hemos guardado un silencio bastante análogo a la estupidez que se nos atribuye por el inculto español, sufriendo con tranquilidad que el mérito de los americanos haya sido siempre un presagio cierto de su humillación y ruina”.

La respuesta del virrey Cisneros fue una represión intensa y cruel que terminó con Monteagudo engrillado en la Real Cárcel de la Corte de Chuquisaca por el “abominable delito de deslealtad a la causa del rey”. Logró fugarse, viajó a Potosí y se integró al ejército expedicionario de Castelli que había ocupado la ciudad. El delegado de la Junta lo designó su secretario.

Sobrevino el desastre de Huaqui, pero en Castelli, Monteagudo y otros germinaba el plan político que presentarían en la Sociedad Patriótica. Enemistado con Rivadavia, Monteagudo creó su página el Mártir o Libre después de haber ejercido la dirección de La Gazeta.

El 13 de enero de 1812 participó de la creación de la Sociedad Patriótica donde asumió como director de su órgano de expresión El Grito del Sud. La Sociedad Patriótica y la recién fundada Logia de Caballeros Racionales encabezada por San Martín enfrentaron al Primer Triunvirato hasta conseguir su renuncia el 8 de octubre de 1812. Entonces, el Segundo Triunvirato convocó al Congreso Constituyente (Asamblea del Año XIII) a la que Monteagudo llegó como diputado por Mendoza.

La Asamblea adoptó decisiones en línea con los pensamientos que Castelli y Monteagudo habían acordado en el Alto Perú, antes de Huaqui: la abolición de los tributos de los indios; la eliminación de la Inquisición; la supresión de los títulos de nobleza y de los instrumentos de tortura.

La vida de Bernardo de Monteagudo siguió por los mismos carriles ideológicos e institucionales. En Santiago de Chile, tras el Acta de la Independencia fundó El Censor de la Revolución y se alistó para la expedición al Perú. Colaborador de San Martín, fue sucesivamente su ministro de Guerra y Marina y de Gobierno y Relaciones Exteriores en Perú. A su inspiración se debieron la Biblioteca de Lima y la Sociedad Patriótica del Perú dispuestas por San Martín, lo mismo que la expropiación de las fortunas de los españoles enemigos de la revolución:

Un alzamiento de los sectores conservadores cuando San Martín se dirigía al encuentro de Bolívar en Guayaquil terminó con la deportación de Monteagudo a Quito. Ingresó entonces a órdenes de Bolívar quien le encargó la preparación del Congreso anfictiónico de Panamá para concretar la unidad latinoamericana.

Sin embargo, enemigos de fuste en el círculo de Bolívar, entre ellos el secretario José Sánchez Carrió, complotaron contra Monteagudo. El 28 de enero de 1825, cuando se dirigía a la casa de su amante, Juanita Salguero, fue interceptado por dos hombres frente al convento de San Juan de Dios en Lima y lo asesinaron a puñaladas.

La Masonería Argentina recuerda hoy páginas agitadas de la historia de América y en ella a sus hermanos masones Bernardo O’Higgins y Bernardo de Monteagudo que volcaron el temple de sus caracteres a la defensa de sus ideales y las fuerzas de sus espíritus forjadas en el intercambio de nuestra fraternidad universal.