Discurso del Gran Maestre:
Señor Presidente del Comité de Laicidad Republicana de Francia
Patrick Kessel
Señora Alcaldesa de París Anne Hidalgo
Queridos amigos,
Señoras y señores,
Pocas palabras para un sentimiento muy intenso. Las primeras para agradecer al Comité de Laicidad Republicana de Francia por esta distinción que honra a los laicistas argentinos y me colma de felicidad. Algunos de ellos han cruzado el Océano para estar presentes en este acto.
También agradezco la presencia de la Señora Alcaldesa de Paris y a las autoridades que la acompañan por sus presencias y por haber destinado este Salón para la realización de este encuentro.
El laicismo se construye con los gestos y acciones cotidianos. También con decisiones como esta, que pone un lugar tan bello y cargado de historia al servicio de esta causa tan íntimamente relacionada con la dignidad humana.
Debo decirles al presentarme que hoy no premian a un destacado intelectual o un gran profesor, solo soy un militante de la Laicidad, criado e hijo de la escuela pública. En definitiva, un ciudadano que desea que sus congéneres se eduquen en escuelas laicas porque soy un convencido que sin laicidad no hay democracia como estilo de vida y, por ende, tampoco hay república como estructura de gobierno.
No es tarea sencilla ejercitar el laicismo en la Argentina ni en otros países donde Iglesia y Estado no atienden por separado sus respectivas responsabilidades. Cuando ello ocurre, el clericalismo tiene peso gravitante sobre la opinión pública y sobre los gobiernos. El laicismo, muchas veces, debe superar esa impotencia con más trabajo y más convicción.
Eso es lo que tratamos de desarrollar a través de la Masonería, que nos enseña a ser libres, y del Instituto Laico de Estudios Contemporáneos, ILEC, en cuya construcción y desarrollo participamos desde hace muchos años y que ya cuenta con sedes en diferentes ciudades de la extensa geografía de mi país.
Lamentablemente a veces sentimos que estamos solos en la lucha defendiendo el librepensamiento y el laicismo contra todo dogmatismo, sea de carácter político o religioso. Notamos que los partidos políticos tradicionales se muestran laxos y flexibles ante el avance del clericalismo. Pero seguimos adelante.
El nudo central del laicismo en Argentina radica en su sistema educativo. Se ha retrocedido en los últimos años no solo en la calidad de la enseñanza, sino que se ha autorizado que la religión se entrometa en las escuelas públicas de varias provincias. Hemos acudido a la Corte Suprema de Justicia después de varios tropiezos. Espero, y ojalá que así sea, que el máximo tribunal de justicia nos dé la razón y que las cosas regresen a su sitio.
Tal vez ese pueda ser el tema de nuestro próximo encuentro.
Ahora solo puedo decirles muchas gracias y renovar ante ustedes mi compromiso laico por una humanidad libre en igualdad y fraternidad.
Y para terminar les quiero recordar aquella frase imborrable del padre de la Modernidad:
Ciudadanos: ¡SAPERE AUDE!