Discurso del Gran Maestre Pablo Lázaro con motivo de su asunción para el período 2020-2023

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Buenos Aires, 5 de Diciembre de 2020 e.•. v.•.

Queridos Hermanos Todos:

Quiero que mis primeras palabras como gran maestre sean de agradecimiento.
El agradecimiento de un Hermano masón a sus hermanos.
A todos ustedes, Muy Respetables, Respetables, Venerables, Maestros, Compañeros y Aprendices.

Es gracias a la presencia de todos, gracias al trabajo de todos, gracias al esfuerzo de todos, que podemos decir con alegría que la masonería argentina está presente de manera activa y vigorosa en nuestra sociedad.

Estamos a pocos días de celebrar los 163 años de esta Gran Logia.

Lo hacemos con la satisfacción del deber cumplido y con el mismo espíritu que lleva más de 300 años pregonando los principios de la libertad, de la ciencia, de la igualdad, de la justicia, de la fraternidad y del trabajo.

Al saludar a todos ustedes quiero hacer lo mismo con los otros cuerpos masónicos que nos acompañan en este camino: el Supremo Consejo para el grado 33° de la República Argentina , el Santo Real Arco de Jerusalén de la República Argentina y la Orden de Molay en Argentina

Hermanos: con los pies bien asentados en la fuerza de nuestra tradición, encaramos este presente novedoso con nuestra mirada serena y optimista puesta en el futuro.
No caben dudas de que atravesamos un momento que será recordado en la historia de la humanidad.
La pandemia que azota al planeta ha modificado por completo nuestra forma de vida, nuestros trabajos, nuestras relaciones sociales, nuestras relaciones familiares: nuestro intelecto, nuestros cuerpos y nuestros afectos.

Sin embargo, esta coyuntura inesperada no ha modificado el espíritu de la masonería.
Es la primera vez en nuestra larga historia que elegimos a nuestras autoridades por medio del voto electrónico, es la primera vez en nuestra historia que un gran maestre es instalado de manera no presencial. Pero también es la primera vez en la historia en la que cientos de masones nos congregamos durante largos meses, reunidos a la distancia, trabajando en todos los frentes.

Como nunca antes hemos dado debates, como nunca antes nos hemos instruido, como nunca antes hemos sido hospitalarios de nuestros hermanos y solidarios con nuestros conciudadanos, como nunca hemos dicho presente en todos los frentes. Vaya nuestro homenaje a los hermanos que consagran su vida a cuidarnos y a cuidar a nuestros compatriotas: su trabajo no caerá en el olvido.

Vaya también nuestro recuerdo a quienes hemos perdido y a quienes han perdido a sus seres queridos.
Queridos hermanos, estos no son tiempos sencillos. Y precisamente por eso, la sociedad necesita más que nunca de la presencia de la masonería.

El pueblo masónico, activo, solidario y comprometido, así lo entendió.
El pueblo masónico se expresó con claridad y es nuestra obligación, nuestro deber y nuestro compromiso cumplir con ese mandato.

Se nos ha encomendado la renovación en la continuidad, se nos ha encomendado ir más allá, se nos ha encomendado preparar a nuestra orden para el futuro. Es eso lo que haremos, honrando el compromiso que asumimos durante los largos meses en los que escuchamos a los hermanos, recogimos sus inquietudes y expresamos nuestros proyectos. Como ustedes saben, nuestros proyectos son muchos y son ambiciosos. La masonería es ambiciosa.

Pero no de una ambición profana, no de una ambición de poder, mucho menos de una ambición de vanagloria.
La masonería fue siempre ambiciosa de una utopía: la de un ser humano más perfecto, más consciente de sus imperfecciones, más tolerante, más activo, más comprometido, más fraterno.

La masonería tuvo y tiene la ambición del progreso.
Un progreso igualitario, que cuide de todos, que defienda nuestras libertades, que cuide nuestra casa común.

El espíritu cosmopolita de la masonería es también el espíritu de la conciencia del medioambiente: este desafío está ante nosotros. En este preciso instante, cada uno de nosotros, desde sus casas, lo está viviendo.

La humanidad necesita que pensemos en profundidad las transformaciones globales que están ocurriendo ante nuestros ojos: son culturales, son sociales, son políticas, son económicas, son humanas.

La humanidad necesita que pensemos y necesita que actuemos. Aquí y ahora.
En nuestros talleres de ideas, en nuestras logias, en cooperación con el mundo de la ciencia, en cooperación con el mundo de la cultura, en cooperación con los actores sociales, económicos y políticos.

Pensar y actuar. Y hacerlo con el compromiso y la eficacia de quienes nos precedieron.
Y asumir el desafío de ir más allá, con la mirada puesta en un horizonte que probablemente nunca alcanzaremos, pero que es el que nos mueve a andar.

El pueblo masónico así lo decidió. Nuestra tarea es honrar esa decisión.
Quiero pedirles humildemente a todos ustedes, hermanos, que redoblemos el esfuerzo para que nuestra cadena de unión sea cada vez más firme. Para que pueda servir de ancla en estos tiempos turbulentos. Que trabajemos juntos en la anhelada unión nacional de los argentinos, alejados de presuntas grietas y antinomias que tanto mal le han hecho a nuestro país y a la región.

La masonería siempre fue optimista, nosotros también lo somos.
Cómo no serlo a la luz del trabajo realizado, del empuje de la juventud y de la sabiduría de la experiencia.

Vamos, hermanos, a renovarnos en la continuidad de nuestra tradición.
Construyamos, hermanos, templos cada vez más sólidos.
Vayamos, hermanos, hacia el futuro. Se lo debemos a esta hermosa y querida Orden que nos cobija. Y al recuerdo de todos quienes nos han acompañado y nos han dejado.

“Pero en especial, si me lo permiten mis hermanos, no querría terminar estas palabras antes de asumir definitivamente como Gran Maestre de todos los masones, sin recordar con emoción a los hermanos, oficiales de la Gran Logia y a aquellos que nos acompañaron en este camino que hemos dado en llamar propuesta fraternidad y que ahora decoran el oriente eterno.”

Jorge Wesolowski, Enrique Mietta, Marcelo Villalba, Daniel Ippolito, Silvio Huberman y Daniel Gonzalez.

Siento que al nombrarlos, ahora sí, podemos decir que estamos todos.
Tenemos un compromiso con nuestra Orden que sin cesar nos convoca a ser un poco mejores, y a hacer siempre un poco más por los demás. Si el pueblo masónico nos acompaña, hacia allí iremos.

Queridos hermanos. ¡A trabajar!

Muchas gracias por su tiempo.

Pablo Lázaro
Gran Maestre.

Subsecretaría de Prensa de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones

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El Subsecretario de Prensa
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