Una tradición en común para el desarrollo sostenible

La situación global de pandemia da cuenta de una cierta fragilidad de nuestras sociedad des, en contraste con un avance científico tecnológico sin precedentes. Podemos apreciar la velocidad de este avance en las tecnologías aplicadas a la nueva generación de vacunas y en el tiempo récord de su implementación.

El último año y medio hizo visibles las desigualdades sociales pero también la interconexión y la dependencia mutuas, más allá de las fronteras políticas que nos separan. Podríamos pensar que este alentador avance científico tiene su contracara en el impacto medioambiental que desafía a nuestros logros civilizatorios.

Debemos llevar adelante una transición ecológica de nuestra matriz productiva y económica, reconociendo que la ciencia y la tecnología son la base de nuestra sociedad contemporánea. Pero al mismo tiempo debemos hacerlo con una mirada cultural cosmopolita y holística. Esta mirada debe cimentarse en un proyecto de país innovador y sostenible que solo será posible gracias a un diseño educativo que incorpore los saberes y las perspectivas del mundo contemporáneo.

La Ciudad de Buenos Aires es pionera en este sentido y es una de las ciudades latinoamericanas líderes en agenda climática, con estrategias de transición energética y de economía circular. Que redunda en acciones concretas como la política de reciclado que tiene más de 15 años de continuidad, el primer Plan de Acción de Cambio Climático en el año 2009, un polo de innovación tecnológica, educación tecnológica en escuelas públicas.

Es preciso seguir por este camino y cultivar mediante la educación y acciones concretas de visibilización una conciencia ambiental, de biósfera, que nos vincule como ciudadanos globales, en armonía con nuestro entorno y con el resto de los seres vivos. La Ciudad de Buenos Aires nació y se desarrolló como una ciudad cosmopolita. Esto nos da la posibilidad de aprender a escuchar voces diferentes y de buscar puntos en común en la diversidad.

La inclusión, el cuidado del medioambiente, el desarrollo armonioso de la industria y el progreso social son nuestros desafíos y también nuestros objetivos irrenunciables. El Consejo Económico Social es una de estas instituciones emblemáticas que contribuyen al bien común mediante objetivos realizables.

La Masonería tiene como pilares para su acción los valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad. El sentido cosmopolita la anima desde sus inicios hace ya más de 300 años. La reunión en la diversidad, la defensa del librepensamiento y la contribución al desarrollo científico son un empeño con el que seguimos comprometidos.

Este año presentamos un proyecto de Ley de Educación Ambiental en el Senado Nacional que reunió a instituciones y a especialistas de prestigio internacional y representativos de todo el arco político, social, científico y cultural de nuestro país. Este trabajo contribuyó a enriquecer el debate y celebramos su aprobación por unanimidad en ambas Cámaras y su promulgación en ley.

Como parte de esta mirada holística que toma en cuenta desde una perspectiva contemporánea todos los factores que inciden en los procesos que contribuyen al bienestar general, llevamos a cabo un ciclo sobre Cultura, género y diversidad, que
aborda, en diálogo con especialistas en la materia, temáticas ineludibles de una agenda de desarrollo. En el marco del convenio firmado entre la Gran Logia y el Comité contra la trata y la explotación de personas, el más reciente de estos eventos abordó esta problemática urgente en consonancia con el Día Mundial contra la Trata de Personas establecido por las Naciones Unidas.

Nuestra Comisión de Ciencia y Tecnología lleva adelante una intensa labor filantrópica, colaborando de manera activa con seis Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica Orientados (PICTO) en conjunto con la Agencia Nacional de promoción de la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación. En idéntico sentido y con el mismo espíritu filantrópico, la Gran Logia colabora con el Consorcio Anti-Covid-19 conformado por las más prestigiosas instituciones científicas de nuestro país y alienta con recursos materiales y humanos la labor de investigadoras e investigadores
argentinos, en un desarrollo biotecnológico fundamental para paliar no solo la actual situación de pandemia sino otros males endémicos de nuestro territorio como el Dengue y el Mal de Chagas.

Nuestros valores culturales, nuestra historia, la concepción de nuestro trabajo en el ámbito de la cultura y de la ciencia y nuestra concepción de la filantropía son en gran medida coincidentes con los de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sabemos que el futuro va a necesitar una ciudadanía con cada vez más herramientas, capaz de adaptarse a los cambios educativos y económicos del mundo contemporáneo. En tal sentido, llevamos adelante un ambicioso proyecto de Cultura Digital para formar a nuestros jóvenes en los conocimientos indispensables para un pleno ejercicio de la ciudadanía en el siglo XXI.

Celebramos este espacio, convencidos de que la actividad del Consejo Económico y Social, y la diversidad de voces que alberga, son una usina de ideas que, nutriéndose del diálogo, contribuyen de manera decisiva al desarrollo humano de nuestra sociedad y al progreso integral de nuestra Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Gran Maestre