De familia entrerriana, vivió desde niño en Honduras entre Mario Bravo y Bulnes, en el barrio porteño de Palermo. En su adolescencia se relacionó con publicaciones anarquistas, entre ellas La Protesta. Colaboró en el diario La Tribuna y en la revista Caras y Caretas.
También fue asiduo de los cafés frecuentados por escritores en la primera década del siglo XX. En 1908 publicó Misas herejes y luego, sucesivamente, El alma del suburbio y La canción del barrio queconstituyeron sus obras póstumas. Fue autor también de La fonda, La bandera celeste, Vida del General Lamadrid, Vida y muerte en Aragón, La muerte del cisne y Tu secreto.
La vida de Evaristo Carriego tuvo un recorrido breve: falleció de tuberculosis a los 29 años de edad, el 13 de octubre de 1912.
Se había iniciado masón el 3 de julio de 1906 en la Logia Esperanza Nº 111 junto con Florencio Sánchez, autor de M’hijo el dotor, creador del término “Canillita” para designar a los vendedores de diarios.
La Masonería Argentina es un punto de encuentro de personas de buenas costumbres que adhieren al ideario democrático, más allá de sus ideologías y convicciones de todo tipo, con el solo requisito de evitar los dogmatismos y los fanatismos. A lo largo de su historia reúne a hombres públicos, artistas, intelectuales, comerciantes y todos aquellos que desean de buena fe su crecimiento espiritual y el de la sociedad a la que pertenecen. En esa convicción, hoy recordamos a nuestro querido hermano masón Evaristo Carriego.